Entrevista para La Gaceta de Tucumán - 21 de mayo de 2018

“En el policial hay una lucha de inteligencias con el autor”



Guillermo Martínez, el autor de “Crímenes imperceptibles”, estuvo en la plaza Urquiza


“Siempre me gustó la idea de que la literatura vive en todos los “ismos”, y que hay que ser amplio para leer, y que también se puede ser amplio para escribir”, afirma Guillermo Martínez, cuando se le pregunta por las huellas de su escritura, que no se detiene en la ficción ni en la ensayística, sino que tiende -como en su libro “Borges y la matemática”- un puente entre sus dos oficios. El sábado, Martínez, doctor en Matemática y autor de novelas como “La muerte de Luciana B”, “Acerca de Roderer”, “Yo tuve una novia bisexual”, entre otros títulos, estuvo en Tucumán. Invitado al Mayo de las Letras, compartió con los tucumanos la proyección del filme “Crímenes de Oxford”, que, inspirada en su “Crímenes imperceptibles”, dirigió el español Alex de la Iglesia. Y pronto llega a la pantalla grande otra historia inspirada en su obra, según le contó a LA GACETA antes de su arribo a Tucumán, en una charla telefónica en la que también habló de Borges y de los temas que lo inspiran y acercó alguna pista - pero sólo eso- de la novela en la que trabaja en el presente.


- ¿ Cómo se acercó al Borges que usted “disecciona” en su libro Borges y la matemática?


- A Borges lo fui encontrando en distintas etapas, no es que lo leí de cabo a rabo en un momento. Ya graduado en Matemática, fui a hacer una residencia en Estados Unidos, y me pidieron que diera una charla sobre Borges y la matemática. Y si bien yo ya había reparado en algunos detalles matemáticos en sus cuentos, no imaginaba, cuando empecé a releer toda su obra en esa clave, que hubiera tanta frecuencia en sus menciones a la matemática y a lo largo de su vida, incluso. Leyó como 45 libros de matemática, y hay casi 200 menciones a conceptos matemáticos en su obra. Yo hice en la última edición de Borges y la matemática una compilación de todas esas menciones. Sí me interesó más indagar cómo él se apropia de elementos de la matemática para convertirlos en ficción.


- ¿Todo el uso que hace Borges de la matemática es correcto? ¿O se permite ficcionalizar?


- En general, sí, hay algunas cuestiones de la evolución de la matemática que él no llegó a conocer. Por ejemplo, en algún momento él dice: tal vez la matemática sea una vasta tautología. Esa era un poco la idea de los logicistas, y en particular de Bertrand Russell. Y él no llegó a ver el desenlace de esa polémica entre el logicismo, que quería derivar toda la matemática de la Lógica, y el intuicionismo, Poincaré, y otros matemáticos, que decían que eso no era posible. Él no llegó a conocer, por ejemplo, los teoremas de Gödel, a pesar de que se publicaron en 1930. Pero en uno de los ensayos de “Aquiles y la tortuga” él demuestra que sabe hacer una suma infinita. “La Lotería de Babilonia” tiene que ver con cálculo de probabilidades y el azar; conoce los fundamentos, lo básico, lo que cubriría un primer año de Facultad. Yo no quise forzar la mano matemática, lo digo desde el principio. La matemática aparece con una multitud de referencias culturales, la cábala, su conocimiento de las lenguas orientales, estudios de tradiciones, de la filosofía, de las religiones. Todo aparece como referencias, ocultas o expresas, porque esa es su manera de construir la ficción. Yo creo que él toma la idea de Goethe de que hay una morfología de las ficciones; que hay una idea que se va reproduciendo en distintas civilizaciones con variantes. El rastrea esas formas; por ejemplo, el tema del traidor y el héroe, o el del mendigo y el rey, y luego desliza su propia historia dentro de ese mundo de historias.


- A propósito, ¿hay temas nuevos para la literatura? ¿ O están los temas de siempre, bajo otros “ropajes”?


- Es una discusión muy antigua, si hay tres o cuatro temas que se reciclan en el tiempo, o si cada época trae algo esencialmente nuevo. Yo me inclino más por la idea de que hay algo nuevo de cada época. Pienso que lo que se repite son las etiquetas, pero no los temas en sí. El tema del matrimonio en una novela de Henry James tiene una importancia capital. En la época moderna se puede tratar de una manera ligera; el tema de la homosexualidad en la época de Oscar Wilde es una cosa; no tiene nada que ver con lo que es la homosexualidad hoy.


- ¿ Cuáles son los temas que a usted le inquietan, hoy, en pleno siglo XXI?


- Bueno, un tema que viene desde el fondo de los tiempos, pero que a todavía a mí me hace reflexionar, es el tema de la justicia. O sea, la diferencia esencial que hay entre la víctima y lo que establece la justicia; el dolor, la ansiedad de reparación e incluso de venganza que hay en una víctima con respecto a lo que puede dar la justicia, a la que no le interesa del todo ese drama personal de la víctima, sino mirar hacia adelante. Me parece que es un tema que no está resuelto, y que posiblemente nunca se va a resolver, porque hay una tensión permanente entre lo privado, lo íntimo, y lo que pueda hacer el Estado, lo social. Otro tema que a mí me interesó es cómo se relaciona la esfera privada con los grandes acontecimientos políticos. Yo tengo una novela, “Yo tuve una novia bisexual”, donde un acontecimiento como el ataque a a las Torres Gemelas trastoca hasta lo más íntimo de una relación clandestina, secreta. Ahí hay un par de cuestiones que dieron lugar a un par de novelas mías. Y ahora estoy escribiendo un policial, un poco en la misma línea de “Crímenes imperceptibles”, con los mismos personajes; incluso la acción transcurre en Oxford, y ahí me interesan varios temas que no quiero adelantar, para no revelar demasiado sobre la novela.


- ¿Por qué nos gusta tanto el policial?


- Yo no soy un lector de policiales. Pero yo creo que también aparece dentro de la novela policial esta tensión entre la posibilidad de cometer quizás un crimen, que es algo con lo que todo el mundo inconscientemente sueña o piensa en algún momento, y los mecanismos que se desatan a continuación para averiguar cómo se cometió. Hay como una lucha de inteligencias con el autor en la novela policial. Por lo menos, yo reconozco que a mí, en los policiales que me han atrapado, que el lector lee en un estado de suspicacia con respecto a lo escrito. Hay algo así como un acertijo planteado: el lector sabe que hay algo que está oculto, y que les va a dar una nueva lógica a los hechos, y que se parece a un acto de ilusionismo; uno sabe que en el pase de manos del ilusionista, hay un elemento que hace aparecer lo maravilloso. Pero uno nunca alcanza a verlo del todo. Y en la novela policial hay algo por el estilo, hay una especie de segunda explicación que uno percibe que está detrás de bambalinas, y que recién al final se descubre.


-¿ Qué siente al ver su escritura trasladada al cine?


- Siempre me llama la atención cuando quieren llevar algo mío al cine porque casi todas mis novelas y cuentos están escritos en primera persona. Y la primera persona lleva a inmersiones en la conciencia; el protagonista analiza, desarrolla operaciones mentales. Y eso es muy difícil de trasladar a imágenes. Ahora de hecho acaban de terminar la adaptación de mi cuento “Una madre protectora”. La dirige el director de “El patrón”, Sebastián Schindel, y la protagonizan Joaquín Furriel y Martina Gusmán. La semana próxima me van a invitar a un primer corte; está en posproducción.


- Cuando empezó a escribir, ¿imaginó que sus historias llegarían a la pantalla grande?


- No, para nada, ni siquiera pensaba que iba a poder escribir alguna vez un libro. Mirá, recién imaginé que podía convertirme en escritor cuando gané el premio del Fondo Nacional de las Artes, cuando tenía 25 años.